A lo largo de nuestros más de 20 años de experiencia nos hemos enfrentado a todo tipo de trabajos que el cliente pueda haber esperado de nosotros. Por ejemplo, uno de los que más nos gusta recordar es una excavación muy interesante en donde se nos contrató con el objetivo de que encontrásemos oro. En un primer momento no se nos dijo exactamente el objeto de nuestro servicio porque, según palabras del encargado, no se terminaban de fiar de que nosotros nos pudiéramos llegar a quedar con ese material una vez lo hubiéramos encontrado; sin embargo, nuestros técnicos tienen una reputación intachable y en ningún momento pensarían en hacer esto.
Poco a poco, este cliente se dio cuenta de que llegaría momento en el que, si realmente había oro en la zona que estaba buscando, los técnicos no tardarían en encontrarlo. Además, existía una mayor probabilidad de que pudiera llegar a robarlo en el caso de que no supiera lo que estaba buscando, que si lo sabían.
Este hombre, a medida que avanzaba la excavación, nos llegó a confesar que se había lanzado a este proyecto algo descabellado porque en herencia le habían dejado un plano que llegaba hasta esas tierras y en donde se aseguraba que había oro. Además, también tenía una carta de su abuelo que le aseguraba que ahí estaba enterrado el tesoro y que le pertenecía únicamente a él.
La excavación duró más de cinco días y, cuando por fin llegamos a preciado material, este hombre estalló de júbilo. Por fin había encontrado el legado de su familia y nosotros estábamos contentos de haber hecho esto posible. Una vez que cobramos por el servicio, nos encargamos de hacer lo imposible para respetar su máxima confidencialidad.